«¿Fuerza y violencia son lo mismo?, se interroga Giovanni Sartori en el ensayo La carrera hacia ninguna parte. Y a continuación nos advierte el sociólogo italiano que «en los años sesenta y setenta hubo toda una noble competición para nublar la distinción». La célebre definición de Max Weber del Estado como titular «del monopolio del uso legítimo de la fuerza física» fue mal comprendida. Porque la distinción es inequívoca: toda vez que «el Estado me impone sus leyes y, si las violo, me detiene, me lleva a los tribunales y me condena (con procedimientos judiciales correctos), es ‘fuerza'». En cambio, «el agresor que me pone un cuchillo en la barriga, el asesino que me mata o una muchedumbre que me lincha son violencia».»