«¿Hemos de renunciar a las diversiones, a las ternuras, a las frivolidades de la amistad porque amamos lo verdadero?», preguntó Virginia Woolf en uno de sus textos. Presumo que lo verdadero es diverso y que cada persona lee esa interrogativa desde su íntima ambigüedad. En «Un cuarto propio», la autora inglesa ofrece una bella pieza literaria que también se puede interpretar como una demanda por la falta de espacio concedido a las mujeres.