«El derecho penal debe volver su mirada hacia la víctima» por la Dra. Diana Cohen Agrest

«Dos madres compartían habitación. Cada una había dado a luz un niño. Por la noche, una se reclinó dormida sobre el niño, y lo asfixió involuntariamente. Cuando despertó, tomó el bebé dormido de su compañera de cuarto y colocó el bebé muerto en su lugar. Por la mañana, cuando la otra mujer despertó, encontró al niño muerto y comenzó a lamentarse. Pero después de examinarlo se dio cuenta de que no era su hijo. Las dos comparecieron ante el rey Salomón. «¡Este niño es mío!», gritó una. «¡No, el niño muerto es el tuyo!», replicó la otra. Salomón ordenó a un guardia que tomara su espada y dividiera al niño vivo en dos. Una se arrojó a los pies del rey y suplicó, «¡Dele el niño y no lo mate!». Pero la otra dijo: «Ni para mí ni para ti, que lo partan». Entonces Salomón supo quién era la madre.

¿Por qué evoco esta narración bíblica? Se podría replicar que la analogía es falaz, pues los jueces de hoy carecen de la sabiduría de Salomón, quien como rey y juez no era un tecnócrata del derecho que aplica la norma sin preguntarse si es justa. Salomón obraba en un mundo sin reglas escritas, mientras que en la época actual, atiborrada de leyes contradictorias, decretos y rituales confusos, incluso a veces desconocidos por los propios jueces, los magistrados se pierden en la interpretación de las normas. La analogía nos sirve, sin embargo, para ilustrar por lo menos tres de las tantas omisiones en las prácticas de legislar y de impartir justicia.»

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